En la instalación de la Semana Colombo China celebrada en la Universidad del Atlántico entre el 10 y el 12 de septiembre, el embajador de la República Popular de China en Colombia, Zhu Jingyang ilustró la visión que tiene la gran nación oriental de un futuro compartido, en un mundo multipolar, equitativo y de mutuo beneficio, que surge como una propuesta de liderazgo alternativo chino en el contexto de la crisis de la ONU y del sistema de gobernanza mundial.
Tomando como referente este panorama, nos aproximamos a los vertiginosos y sólidos procesos de desarrollo de la China desde nuestra perspectiva de país latinoamericano en trance de cambios en el tramo final del primer gobierno alternativo progresista en dos siglos de vida republicana y ad portas de formular su cuarto Plan Nacional Decenal de Educación (2026 – 2036) sobre lo cual reflexionamos en el Conversatorio Panorama de la política Educativa Colombiana y los ODS en el el marco de la Semana.
En el presente artículo nos proponemos exponer una semblanza de los mecanismos que emplea la República Popular de China para conducir sus notables transformaciones que la han llevado en 76 años de ser una nación pobre con un limitado desarrollo y centrada en la producción agraria intensiva de bajo rendimiento y una industria deficiente, a un país que ha conquistado el liderazgo en la innovación y el desarrollo tecnológico y se ha ubicado como la segunda economía del mundo y la primera si se mide desde la perspectiva de la paridad de poder adquisitivo.
En esta lectura haremos también un análisis del papel que desempeña la educación en relación sistémica con los demás sectores de desarrollo chino, para exponer luego las lecciones que podemos aprender para mejorar nuestros instrumentos de planeación en el ámbitos tanto del desarrollo económico humano y sostenible como en el de la educación.
Primero: la planeación de largo plazo
La China cuenta con un sistema de planeación de largo plazo vertebrado por planes quinquenales de los cuales actualmente está en ejecución el décimo quinto, articulados a planes de muy largo aliento como el plan 2035 cuya visión es “ser una nación modestamente próspera” y el Plan 2049 “El Sueño Chino: ser un país socialista plenamente desarrollado” cuando cumpla 100 años la revolución que proclamó la República Popular de China.
Estas jerarquías de planificación permiten orientar las capacidades del país oriental hacia grandes metas y visiones concatenadas que conducen las profundas transformaciones.
A los mencionados planes se conectan planes sectoriales como el Plan de Educación Chino 2025-2035 que busca construir un sistema educativo de clase mundial para 2035; garantizar el suministro permanente de talentos para las metas de desarrollo nacional de los planes de largo plazo, así como lograr el liderazgo político y en tecnologías emergentes como la IA, la biotecnología y las ciencias ambientales, mediante la competitividad y el compromiso legal. Se complementa con apoyar las disciplinas en peligro de extinción y menos populares pero fundamentales para su cultura e identidad como las humanidades, artes tradicionales o la agricultura tradicional sostenible
La primera gran lección es que nuestros planes de gobierno en Colombia, que podrían ser equiparables a los planes quinquenales chinos, deben articularse a una visión de nación y a metas de desarrollo de largo alcance. Esto implica formular políticas de estado que superen el horizonte temporal y de planeación de las políticas de desarrollo de los sucesivos gobiernos y permitan trazar lineas de acción a las que les tributen los planes de desarrollo para avanzar hacia una visión compartida.
En ese marco las recomedaciones a 20 años de las misiones de sabios o a una década de los planes decenales de educación cobrarían un espacio de aplicabilidad y utilidad práctica de la que hasta ahora han carecido.
Segundo estrategias y mecanismos de concreción
El rápido desarrollo de la China la ha llevado a posiciones de liderazgo mundial lo cual se ve reflejado en que, más que además de los planes de acción y estrategias para materializar sus objetivos nacionales, cuenta con estrategias para el desarrollo que implican a todas las regiones del planeta. En los años recientes ha generado para esto cuatro iniciativas globales:
- Iniciativa para el Desarrollo Global (2021)
- Iniciativa para la Seguridad Global (2022)
- Iniciativa para la Civilización Global (2023)
- Iniciativa para la Gobernanza Global (2025)
Se propone, mediante estas iniciativas, la convocatoria al conjunto de los países del planeta a trabajar para la creación de un nuevo orden político y económico democrático, justo y racional y avanzar hacia una comunidad de futuro compartido para la humanidad, con igualdad soberana de todos los países, independientemente de su tamaño, poder adquisitivo y riqueza.
Además de las estretegias globales, las estrategias más importantes de sus planes internos de largo plazo son:
- Innovación y desarrollo tecnológico: Se prioriza la investigación y desarrollo en áreas clave.
- Desarrollo verde y sostenible: Transición energética y compromiso con los ODS 2030
- Expansión económica y calidad de vida: elevar el ingreso per cápita y asegurar el acceso a servicios básicos como educación, salud y vivienda, para una “moderada prosperidad”.
- Fortalecimiento del sistema de gobernanza: Modernizar la administración pública y promover la estabilidad social, en un estado de derecho socialista.
- Cooperación global y la Iniciativa de la Franja y la Ruta: expandir su influencia económica y diplomática, con enfoque gana gana con otros países.
Tercero Orientación a resultados
Durante el lanzamiento de la Iniciativa de Gobernanza Global en la Cumbre N°25 de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) se planteó el principio de orientarse a resultados: “tomar medidas concretas.; adoptar acciones globales, movilizar plenamente diversos recursos y esforzarnos por obtener resultados visibles. Debemos fortalecer la cooperación práctica para evitar el rezago y la fragmentación”. Este principio también está presente en la Iniciativa de Desarrollo Global y en los planes de largo plazo.
Este enfoque privilegia el pragmatismo y la eficiencia sobre el procedimiento y enfatiza en lo concreto para centrarse en alcanzar los objetivos de los planes, definiendo la metas que son claras y medibles mediante KPIś. Estas metas se desglosan para cada provincia y ciudad, e incluso al nivel de los individuos lo cual crea una cadena de responsabilidad muy clara.
Esta estrategia de gestión se acompasa con métodos flexibles para hacer ajustes y superar obstáculos y con una cultura de la responsabilidad y rendición de cuentas que implica que los funcionarios adquieren compromisos para alcanzar ciertos objetivos (por ejemplo, protección ambiental, crecimiento económico u otras áreas críticas), vinculado a sus promociones y bonificaciones, bajo una fuerte presión por el desempeño.
En el ámbito educativo esto se materiliza en medidas concretas como ajustar las disciplinas y especializaciones a los avances en ciencia y tecnología y a las estrategias nacionales del país. Por ejemplo: en 2024 se han creado 1.673 programas de pregrado que se necesitan con urgencia para las estrategias nacionales y se eliminaron 1.670 que no se alinean con el desarrollo económico y social.
En Colombia esto representa un área de oportunidad de mejora pues hasta ahora los planes educativos son autorreferidos: se concentran en los modelos educativos, los contenidos curriculares, regular el derecho a la educación o articular el sistema educativo pero no se conecta con metas, indicadores clave o propósitos concretos para la educación ni tampoco para para el desarrollo y la prosperidad nacional que conduzcan a la inclusión efectiva, a la superación de la pobreza y a dinámicas de desarrollo en sectores estratégicos clave.
Cuarto el compromiso político
Todos los planes chinos cuentan con el respaldo en marcos legales y asignación efectiva de recursos. Lo que en Colombia se denomina “voluntad política” que debe reflejarse en la obligatoriedad y financiamiento de los planes.
En Colombia en términos generales al carecer de políticas de estado, en consecuencia no se reservan o proyectan presupuestos para avanzar hacia el logro de objetivos de largo plazo. Los planes decenales de educación son indicativos y desfinanciados, lo cual no permite que sean vinculantes y se quedan como meros enunciados que no permiten avanzar hacia el logro de objetivos.
Recomendaciones finales
Aunque nuestras condiciones políticas, económicas y culturales son diferentes, los siguientes aprendizajes son viables y necesarios en nuestro país:
Tener una visión compartida de país en la cual identifiquemos áreas y metas de desarrollo a largo plazo, de acuerdo con nuestras fortalezas y posibilidades, es algo que se ha intentado en esfuerzos como las misiones de sabios que han propuesto líneas de trabajo y metas sectoriales en ciencia, educación y desarrollo y en el ámbito educativo en instrumentos como el Acuerdo por lo Superior 2034.
También en propuestas de gobiernos como “Visión 2019″ o “Colombia las más educada 2025”, que fueron proyecciones de las administraciones que las formularon y, al no ser un acuerdo societal, no fueron apropiados ni defendidos por la nación en su conjunto y fueron dejados de lado al finalizar cada administración que los propuso y evidentemente no lograron los objetivos que se trazaron.
El momento actual, signado por una fuerte polarización, requiere un cambio de método y de estrategias para adelantar una tarea colectiva que permita identificar algunos puntos fundamentales de acuerdos para avanzar hacia nuevos horizontes de desarrollo hacia los cuales toda la nación se pueda comprometer. La formulación del IV PNDE es una ocasión propicia para crear este espacio de conversación nacional e impulsar este propósito. El plan educativo nacional debe conectarse con la visión de desarrollo nacional que se logre acordar y no sólo trazar metas hacia adentro del sistema educativo.
Es necesario superar el enfoque centrado en diagnósticos y propósitos o desafíos que se enumeran sin “dientes” para realizarlos y por el contrario definir instrumentos legales que permitan la asignación de recursos económicos, institucionales y tecnológicos que los conviertan en mecanismos de avance hacia esa visión de país.
La milenaria China tuvo una gran motivación y unión nacional luego de padecer lo que se denominó “el siglo de la humillación” que le dio propósito a esa nación para emprender un camino de profunda transformación que comprometió a varias generaciones.
Colombia también tiene una gran motivación para encontrar su propio camino y superar cien años de soledad, de violencia, de desigualdad e inequidad y para aprovechar su enorme riqueza representada en su diversidad natural, territorial, étnica y cultural, que sólo requiere un fuerte propósito y una inspiradora visión compartida para canalizar los esfuerzos, recursos y energías nacionales hacia estadios superiores de prosperidad y bienestar para todos, en lo cual la educación desempeñará un rol preponderante al proveer las capacidades para el pleno desarrollo individual y colectivo para la Colombia que soñamos.
Posdata:
La Semana Colombo China realizada en la Universidad del Atlántico representa un hito de gran importancia del protagonismo regional para generar iniciativas y espacios de discusión, reflexión y rutas de acción que ya se materializó en asuntos concretos como la reunión de la representación china con la Alcaldía de Barranquilla para explorar un proyecto de transporte masivo para la ciudad; el hermanamiento de la población de Puerto Colombia con la ciudad china de Xuzhou y la generación de varios preacuerdos de cooperación bilateral. Felicitaciones a la Junta Directiva de la Asociación de Amistad Colombo China y a la Universidad del Atlántico y en particular al Coordinador del Evento, Profesor Ubaldo Meza, quien es también miembro de la Junta de la Asociación y miembro de la Comisión Gestora del PNDE 2016-2026.
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